Capítulo XVI

Con Octubre muere en Vetusta el buen tiempo. Al mediar Noviembre suele lucir el sol una semana, pero como si fuera ya otro sol, que tiene prisa y hace sus visitas de despedida preocupado con los preparativos del viaje del invierno. Puede decirse que ...

Capítulo XVII

Al obscurecer de aquel mismo día, que era el de Difuntos, Petra anunció a la Regenta, que paseaba en el Parque, entre los eucaliptus de Frígilis, la visita del Sr. Magistral. —Enciende la lámpara del gabinete y antes hazle pasar a la huerta… —dijo An...

Capítulo XVIII

Las nubes pardas, opacas, anchas como estepas, venían del Oeste, tropezaban con las crestas de Corfín, se desgarraban y deshechas en agua, caían sobre Vetusta, unas en diagonales vertiginosas, como latigazos furibundos, como castigo bíblico; otras ca...

Capítulo XIX

Don Robustiano Somoza, en cuanto asomaba Marzo, atribuía las enfermedades de sus clientes a la Primavera médica, de la que no tenía muy claro concepto; pero como su misión principal era consolar a los afligidos y solía satisfacerles esta explicación ...

Capítulo XX

Don Pompeyo Guimarán, presidente dimisionario de la Libre Hermandad, natural de Vetusta, era de familia portuguesa; y don Saturnino Bermúdez, el arqueólogo y etnógrafo, que dividía a todos sus amigos en celtas, íberos y celtíberos, sin más que mirarl...

Capítulo XXI

Ana leyó en su lecho, a escondidas de don Víctor, los cuarenta capítulos de la Vida de Santa Teresa escrita por ella misma. Fue en aquella convalecencia larga, llena de sobresaltos, de pasmos y crisis nerviosas. Don Víctor, a quien los remordimientos...

Capítulo XXII

Alegre, rozagante, como nuevo volvió de los baños de Termasaltas el señor Arcediano don Restituto Mourelo, dispuesto a emprender otra campaña, que esperaba fuese la última y decisiva, «contra el despotismo del simoníaco y lascivo y sórdido enemi...

Capítulo XXIII

Tecum principium in die virtutis tuae in splendorum sanctorum, ex utero ante luciferum genui te».. Esto leyó la Regenta sin entenderlo bien; y la traducción del Eucologio decía: «Tú poseerás el principado y el imperio en el día de tu poderí...

Capítulo XXIV

Pero, ¿y si él se empeña en que vaya?. —Es muy débil… si insistimos, cederá. —¿Y si no cede, si se obstina?. —Pero, ¿por qué?. —Porque… es así. No sé quién se lo ha metido por la cabeza, dice que le pongo en ridículo si no voy… Y nos alude… habla del...

Capítulo XXV

Al día siguiente Glocester delante del Magistral, sin compasión, refería en la catedral todo lo que había sucedido en el baile. «La aristocracia se había encerrado en un gabinete, en el gabinete de lectura, para cenar y bailar, y doña Ana Ozores...

Capítulo XXVI

Desde el día en que presidió el entierro de don Santos Barinaga, don Pompeyo no volvió a tener hora buena, de salud completa. Los escalofríos que le hicieron temblar en el cementerio y se repitieron, cada vez más fuertes, durante la enfermedad que si...

Capítulo XXVII

Las diez! ¿Has oído? el reloj del comedor ha dado las diez… ¿Te parece que subamos?…. —Espera un poco; espera que suene la hora en la catedral. —¡En la catedral! ¿Pero se oye desde aquí, muchacha? ¿Se oye el reloj de la torre desde aquí?… Mira que es...

Capítulo XXVIII

Adónde van ustedes? —gritaba la Marquesa desde el Belvedere al Magistral y a don Víctor que uno tras otro, a veinte pasos de distancia, corrían por el bosque, calados ya hasta los huesos, chorreando el agua por todos los pliegues de la ropa y por las...

Capítulo XXIX

El día de Navidad venga usted a comer el pavo con nosotros. Me lo han mandado de León lleno de nueces. Será cosa exquisita. Además, tengo vino de mi tierra, un Valdiñón que se masca…». Mesía no faltó a su promesa, y el día de Navidad comió en el...

Capítulo XXX

Y ahora mucho cuidado; mira lo que vas a hacer. —¿Tú no entras?. —No, no… Tengo prisa, tengo que hacer. —¡Me dejas solo ahora!. —Volveré si quieres… pero… mejor te acostabas pronto. Mañana vendré temprano. —Te advierto que no te he dicho que sí. —Bue...